Tan solo tenía 16 años cuando emprendí la búsqueda de universidades en Estados Unidos. Yo, en aquel entonces una adolescente intentando construir mi futuro, estaba segura de lo que quería. Yo quería jugar al golf sin abandonar los estudios y era consciente de que en mi querida Argentina eso no era viable. Fue así que comencé la búsqueda de universidades, sin saber que al poco tiempo emprendería el mejor viaje de mi vida.
La búsqueda de universidades no es la misma para todos. Algunos hacen lista de preferencias en base a ubicación, clima, nivel de golf, nivel académico, entre otros aspectos. A otros, la universidad que quieren simplemente los encuentra. Otros contratan servicios que los ayuden a encontrar la universidad que tanto desean. Como sea que lo hagan, mi recomendación es que se tomen su tiempo, elijan a conciencia. A mí, nada me hizo mas feliz que firmar el contrato sabiendo que me iba a un lugar que deseaba, donde iba a estar a gusto.
En noviembre del 2014, a pocas semanas de terminar el secundario y luego de haber visitado el campus universitario, me comprometí de palabra con mi universidad. En abril del 2015 firme los papeles, en mayo viaje a Buenos Aires para asistir a la embajada estadounidense y tres semanas mas tarde tenia pasaporte y visa de estudiante (F-1) en mano. Agosto llego rápidamente y, sin darme cuenta, estaba en el avión observando a mi natal Plottier desde las nubes. En ese momento experimente mil emociones juntas y la incertidumbre de viajar a lo desconocido se volvió inmensa. A pesar de mi decisión, el miedo inundaba mis pensamientos y no paraba de preguntarme, ¿era esta la jugada correcta?
La incertidumbre no es placentera. Es una sensación de miedo y ansiedad por estar lejos de casa, lejos de la zona de confort sin tus familiares ni amigos. Sinceramente, esa incertidumbre y nerviosismo se terminaron cuando llegue al campus de la universidad. Boquiabierta por la belleza ante mí, no me alcanzaban los ojos para apreciar todo lo que había a mi alrededor. Me dirigí al edificio donde residen los freshman (estudiantes de primer año), y me puse en la fila de registro. Ese mismo día conocí a mi compañera de cuarto, quien también estaba en el equipo de golf, pero venía de Inglaterra.
Con el paso del tiempo, me fui afianzando en mi nueva vida. Estudiar, ir al gimnasio, jugar al golf, conocer gente nueva a diario y hablar en un idioma diferente. Por momentos extrañaba mi vida en Argentina, por supuesto, pero sabia que mi futuro se encontraba en Estados Unidos. En mi paso por la universidad, viví los mejores momentos de mi vida. Golfísticamente, fue una experiencia inolvidable. Los torneos eran extremadamente competitivos, ya que en algunos había hasta 120 inscritas. El nivel fue siempre alto, y si quería ganar, o por lo menos pelear el top 5, tenía que darlo todo, siempre. Eso me convirtió en una mejor golfista en la parte técnica y mental.
Académicamente, la experiencia fue difícil al principio. Semanas y semanas pasaron en mi primer cuatrimestre donde yo no sabia ni entendía que tenía que hacer. Después de pasar mas de una hora en clase me dolía la cabeza, y ya quería volver a mi cuarto o irme a entrenar. Después de uno o dos meses, el inglés se fue implantando en mi cabeza, y todo empezó a ser mas simple. Me comunicaba sin problema con mis compañeros y profesores, y ya entendía el sistema educativo, que es completamente diferente al de Argentina.
Personalmente, la experiencia en la universidad me hizo quien soy. Hubo momentos donde quise dejar todo y volver a mi casa, con mi gente, donde todo era fácil. Uno de los momentos más duros que me toco vivir fue mi lesión. En mi tercer año me lesioné la muñeca y eso me costo la temporada de golf. Fueron casi cuatro meses sin jugar, en los cuales intente rehabilitarme evitando la cirugía, haciendo lo imposible por volver a las canchas. Cuando finalmente volví a jugar, la temporada estaba por terminar, y yo aun sentía molestias en la mano. Finalmente regrese a mi casa por las vacaciones y me opere. Todo salió bien y volví a competir con normalidad, pero salir adelante no fue fácil. Esta experiencia me convirtió en una persona mas fuerte y me dio la convicción de que todo se puede lograr con esfuerzo y sacrificio.
Esfuerzo y sacrificio, dos palabras que forman parte de la vida día a día cuando sos un estudiante atleta en Estados Unidos. La vida no es color de rosa, las victorias no llegan de la noche a la mañana, pero los momentos vividos son únicos. Desde mi punto de vista, ir a la universidad en Estados Unidos fue una experiencia única que no cambiaría por nada. Recomiendo desde el lugar mas profundo de mi corazón, que se animen, que se suban al avión y construyan su futuro. Y, lo más importante, ¡siempre disfruten y sean felices!
Por Aldana Foigel (@aldifoigel), para No Esta Dada
Créditos de la imagen destacada: The Current (Nova Southeastern University)