Maurice Gerald Flitcroft era un golfista británico y un audaz engañador. Flitcroft se hizo famoso después de alcanzar un score de 121 golpes en la clasificación para el Abierto Británico del 1976. Fue el puntaje más alto registrado en el Open Championship por un «golfista profesional».
Flitcroft era conductor de grúas de 46 años. No era socio de ningún club y practicaba en la playa o se colaba por las noches en alguna cancha. Un día, decidió que quería jugar el Open. Según sus declaraciones: “quería fama y dinero. Conseguí solo la primera».
Cuando fue a inscribirse para la clasificación, se dio cuenta que los aficionados debían tener handicap oficial para poder jugarlo. Debido a esto, se presentó como profesional, pagó… y resulta que ya estaba dentro.
Por sobre Flitcroft, esta edición del Open del ’76 es muy recordada porque aparecía en la escena del golf mundial un joven español de 19 años. Se llamaba Severiano Ballesteros.
Uno de sus compañeros de juego dijo: «Flitcroft agarró el palo como si fuera a asesinar a alguien”. Y vaya que su recorrido fue un completo desastre. Acabó con una tarjeta de 121 goles, ¡49 sobre el par!.
Era y es la peor tarjeta de la historia del Open Británico registrada por un “golfista», lo que lo hizo famoso. Los compañeros de grupo estaban tan enojados por lo sucedido, que pidieron que se les devuelva la plata de la inscripción, y lo lograron.
Después del British de 1976, las reglas se cambiaron para evitar que Maurice intente ingresar nuevamente. Pero… sorpresivamente, logró entrar en 1984 como Gerald Hoppy, de nacionalidad suiza. Luego de nueve hoyos (con 63 golpes) lo descubrieron y fue expulsado.
Pero la historia no termina aquí. Sí, en 1990 volvió a colarse. Se había inscrito como Gene Paychecki, de Estados Unidos. En esta ocasión sólo jugó dos hoyos antes de ser descubierto.
En su trayectoria se ganó los corazones de muchos, desde Muirfield hasta Michigan. Se convirtió de esta forma tan particular en un personaje conocido en el mundo del golf.
¿Vos qué opinas de él? ¿fanático?, ¿impostor?, ¿valiente?, ¿audaz?, ¿o cómo lo calificarías?
Por Marisa Bartolomey para No Está Dada