Lo que nos dejó el Open

Parece mentira lo rápido que pasan los campeonatos mayores, entre adrenalina, emoción y un golf espectacular, se nos fue la 149ª edición del torneo más antiguo del mundo, The Open Championship.

En una edición especial, no solamente por la cancelación del año pasado producto del COVID, sino porque es la antesala del 150° abierto que se jugará el año próximo en la Old Course de St. Andrews. La cancha, si bien estuvo técnicamente a la altura del evento, fue una sombra de lo que vimos en el Open de 2011 con respecto a las condiciones climáticas. No hubo lluvia ni viento prácticamente en todo el torneo, motivo por el cual Royal St. George’s quedó totalmente indefensa y propensa a ver scores bajos, algo impensado en un major británico.

Vimos muchísimos birdies, águilas y hasta un hoyo en uno, con green sumamente receptivos (ya un poco menos el domingo, donde el sol empezó a secarlos y acelerarlos), y el score ganador -15 es un claro exponente de cuán accesible jugó el campo.

Merecidísimo triunfo para Collin Morikawa, el nuevo Champion Golfer of the Year, quien jugó un tremendo golf de tee a green y sobre todo arriba del green, metiendo las que había que meter, usando mucho su cabeza y con un temple propio de un golfista con muchas más batallas encima. Recordemos que este es apenas su octavo torneo grande jugado, y ya conquistó dos (PGA Championship 2020), lo que coloca en un club muy privilegiado a su corta edad, con sólo 24 años.

Es muy probable que ahora nos empecemos a preguntar cuántos majors logrará ganar jugando de esta manera, y seguramente sean muchos más.

En cuanto a los que pudieron darle pelea, es muy destacable el sprint final de Jordan Spieth este domingo, siendo sumamente incisivo, en un esfuerzo increíble por acortar distancia y terminando segundo solo a dos golpes de Morikawa. Su juego, definitivamente, volvió para darle el merecido protagonismo en los torneos grandes. Se lo nota muy enchufado y es cuestión de tiempo para que volvamos a verlo ganador. Ojalá sea más temprano que tarde.

Quien quedó con un sabor amargo, una vez más, fue el bueno de Louis Oosthuizen, quien no pudo capitalizar su ventaja y la presión nuevamente pareció jugarle una mala pasada. Es ineludible la mochila que carga sobre sus hombros por no poder definir a su favor los torneos, sobre todo los majors, en los cuales viene siendo protagonista y siempre parece “estar ahí” de ganarlos. Una verdadera lástima.

Gran domingo para Emiliano Grillo, jugando un golf preciso y dejando atrás (esperemos que definitivamente) los fantasmas con el putter. Sólida ronda de 68 golpes incluyendo un águila en el hoyo 7, para terminar empatado en el puesto 12 y sumando valiosos puntos en el ranking.

En cuanto al candidato de muchos, Jon Rahm, tuvo un muy buen día final (ronda de 66) para terminar tercero empatado con Oosthuizen y retomar el liderato del ranking mundial. Se lo vio solidísimo de tee a green con algunas dudas en el putter, pero para nada ello opaca el gran rendimiento que tuvo a lo largo de todo el campeonato.

En suma, hemos tenido un torneo magnífico a la altura de lo que todos esperábamos. La próxima cita británica grande será, como se dijo, en la cuna del golf. St. Andrews espera al tour el año que viene para albergar el 150° Open, una cita imperdible.

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