Majo debutó en el LPGA con 65 (-6) y está T5, a dos golpes de la punta. Esa es la información lisa y llana. Es difícil escapar de los lugares comunes al hablar de personas como ella. Prodigios. Elegidas. Son diferentes.
La conocimos con 15 años y una sonrisa que parecía no terminar nunca. Ese primer WALA le pasó muy cerca. Dolió pero al menos fue «la revelación». Un año después volvió como candidata, con medallas sobre el cuello (más presión). Otra vez se le escapó al final.
Su cara lo decía todo. Así como la sonrisa era sincera. La desazón era absoluta. Porque Majo buscaba el triunfo. A partir de ese momento su golf no dejó de crecer. Ganó en College. Llegó lejos en el US Amateur y se consolidó como una de las mejores aficionadas del mundo. Pero ¿cuándo pasó todo eso? En un año y medio.
Cuando sos diferente no entendés de tiempos. De procesos. De maduración. Porque escribís tu camino en otra hoja. En una velocidad distinta. Una que maravilla porque rompe todas las reglas. Que suena como una canción que nunca antes escuchamos.
¿Quién se anima a tirarle a todas las banderas, impune, contra las mejores del mundo en su debut? Firmar 65 y disfrutar como si estuviera en un torneo de fin de semana en Colombia?
La pequeña colombiana que rebosa simpatía. Esa que nos contó que cada día extraña comer fritanga en San Antonio, Cali 🇨🇴 con su familia. Esa chica es distinta y su futuro es tan grande como impredecible.
Desde acá es alegría y entusiasmo, porque sabemos lo que significa para el golf femenino latinoamericano.
Fans desde el día uno @majomarinn