Mucho se ha escrito sobre sequías en lo que a títulos se refiere en el PGA Tour. Grandes jugadores enfrentados con su propio juego, mentalmente bloqueados, o simplemente con bajones demasiado largos en un certamen que exige competitividad y consistencia al máximo en todo momento.
Quizá haya ejemplos muy sobrados. El primero, claramente, es el -para muchos- mejor jugador de todos los tiempos, Tiger Woods. Sólo él sabe la real causa de los altibajos que tuvo su carrera, sobre todo en la década del 2010, donde cada vez se espaciaba más el tiempo entre victorias. Ni hablar de conquistas como el Masters, para el cual tuvo que esperar 14 años a fin de repetir el triunfo.
Sin embargo, y quizá descendiendo a un plano más terrenal, existen otros jugadores que descollaron en su momento y, llamativamente, presentan una racha negativa que los aleja de los lugares top de los dos rankings que son mirados por todos: la Fedex Cup y el OWGR, o ranking mundial.
Es el caso de Rickie Fowler. Un jugador completísimo, que hizo del juego de hierros una marca registrada, más allá de la precisión desde el tee y alrededor del green.
Ganador en 2015 del Players luego de un recordado playoff con Sergio García y Kevin Kisner, tuvo en ese año su performance más destacada y se posicionó como uno de los golfistas más promisorios de todo el Tour. También se coronó en el Deustche Bank Championship.
Luego de aquello vino la primer racha negativa: más de un año y medio sin ganar hasta el Honda Classic del 2017. Segunda racha: otro año y medio sin ganar, cuando en 2019 se llevó el Waste Management Phoenix Open.
Llega 2021 y se encuentra nuevamente en sequía. Y no solo eso: por primera vez en 10 temporadas se quedó afuera del Masters por ranking, algo impensable para un jugador de su categoría. También resulta muy extraño que solamente haya conseguido 5 títulos en el Tour y ningún major.
Pero si de experiencias se trata en cuanto a rachas negativas, como se dijo antes, ejemplos sobran. Rickie pertenece a una camada de jugadores realmente extraordinaria, como Jordan Spieth, Justin Thomas, Daniel Berger, entre otros. Con una probada consistencia en su juego, la pregunta que quizá debamos hacernos es qué le está faltando para dar ese paso adelante y reencontrarse con su mejor versión.
El hecho de no haber ganado majors a su edad (32 años) también influye mentalmente. Frustraciones mediante, ha intentado estar en la mayor cantidad de torneos posibles para aceitar el juego y conseguir un nuevo título. Pero llamativamente los números son todo lo contrario a lo que se espera: en 2021, su mejor performance fue un puesto 17 en el Valero Texas Open. Falló el corte en el Players, en Pebble Beach y en el Phoenix Open. En el último US Open quedó 49°. Y en su última aparición, en Quail Hollow, tampoco pasó el corte.
Con todo, y a merced de lo comentado anteriormente, esto es golf. Y estamos hablando de rachas. Entendemos que cada jugador sale a jugar cada torneo con la convicción de poder llevárselo. Le pasó a Rory el último fin de semana, luego de casi darse de baja por un dolor insoportable en el cuello. También vimos a Jordan Spieth deambular por años sin encontrar su mejor versión y, como se sabe, resurgió en Texas luego de muchísimo tiempo.
Por lo cual es esperable que Rickie tenga su revancha profesional y personal. No debería desanimarse por resultados adversos. La categoría mental y técnica deberá prevalecer sobre la mala racha. Ojalá sea más temprano que tarde.
Foto: Golffile | Ken Murray