Promediaba la segunda ronda del US Open en Torrey Pines, y veíamos algunas cosas lógicas y otras no tanto. La cancha, quizá más accesible o amigable de lo que muchos pensábamos, arrojaba scores bajo par y entre los punteros, asomaba un nombre extraño para los que seguimos día a día este deporte. Extraño, pero no ajeno al mismo. Esas cosas que tienen los majors, por caso, de inyectar adrenalina y motivación a aquellos que normalmente no figuran en los primeros planos, o no tienen el marketing y la visibilidad de los pesos pesados.
Hablamos, entonces, de este personaje que llegó a California con una mochila de ilusiones en su extensa carrera. Richard Bland, oriundo de Burton-upon-Trent, en Staffordshire, Inglaterra. Campeón en la última edición del British Masters, en mayo, logró su primer título luego de 478 rondas de golf en su carrera (sólo lo supera Malcolm McKenzie en esa estadística, con 509), y es el campeón más veterano en la historia del European Tour.
Antes de ello, luchó año a año para mantener la tarjeta del tour europeo, a fuerza de resultados y varios top ten que le permitieron seguir compitiendo en la máxima categoría del Viejo Continente.
Así, este personaje de 48 años llegó a probar nuevamente sus chances en un major. Había disputado previamente tres: el British Open de 1998 y el US Open de 2009, fallando el corte en ambos, y nuevamente el British Open de 2017, donde rescató un vigesimosegundo puesto.
Pero este año tenía un aura distinta, y se notó. Muchos, el viernes, tuvimos que googlear su nombre para entender por qué el inglés se había “colado” en los primeros puestos del torneo, algo impensado teniendo en cuenta el calibre de los nombres que tiene el field en este tipo de campeonatos.
Pareció jugar su propio certamen, ajeno a los comentarios, apuestas, y demás cuestiones que influencian a los jugadores y las mochilas que cargan. La presión, para Richard, no existió. Lo contaba Paco Alemán en la transmisión el viernes, bien entrada la noche. En una cancha como Torrey Pines, larga, difícil, uno de los líderes resultaba ser uno de los pegadores más cortos en la media del Tour.
Llegó a estar puntero al final de la segunda ronda, con dos vueltas bajo par (70-67) y -5 en total junto con Russell Henley, jugando un prolijo golf y equivocándose poco. Pero el sábado sintió la presión. No es fácil pasar el corte en un US Open y mucho menos mantenerse puntero dos días seguidos, algo que parece reservado para “extraterrestres” como Tiger Woods. Una mala ronda (+6) lo bajó varios puestos. El domingo, definitivamente, confirmó que fue una sensación que pudo ser. Con un +7 para el día, terminó +8 para el torneo en un aceptable empate en el puesto 50. Pero queda, sin dudas, el recuerdo de un 2021 que cambió su mentalidad. Ganador luego de décadas y por un rato, puntero de uno de los torneos más tradicionales del mundo.
Claramente, la historia no terminó para él. Sobre todo con el antecedente de Mickelson, quien ganó un major a los 50 años. El golf tendrá, seguramente, preparada alguna sorpresa más para él.