Luego de dos años, una espera que pareció eterna, el PGA Tour regresa a jugar el torneo mayor más antiguo del mundo. Disputado en las islas británicas desde 1860, es una copa que todo golfista aspira -primero- jugar, y en algún momento de su carrera ganarla.
Decíamos entonces que el Tour vuelve a Inglaterra, post cancelaciones en 2020 por la pandemia de Covid-19, y más precisamente a Royal St. George’s, la sede elegida para el 149° Open Championship. Después de un largo periplo por las canchas norteamericanas, pasando por el Caribe mexicano y las islas hawaianas, es hora de volver a las fuentes del deporte. Será extraño para ellos después de tantos parates y postergaciones encontrarse jugando en un campo inhóspito desde lo climático y totalmente distinto a lo que están acostumbrados.
Quizá por eso también, muchos (casi todos) los jugadores top del Tour se bajaron del John Deere Classic y decidieron volar a Escocia para calentar motores en el Aberdeen Scottish Open, donde hay un tremendo field. Torneo que usarán de aclimatación para lo que les espera la semana que viene en tierra británica.
Royal St. George’s, sin ir más lejos, es un canchón. Un desafío de tee a green aún para los mejores jugadores. La principal defensa de esta cancha, además del lógico viento, son los greens. Con un movimiento impredecible, va a ser imprescindible dejarla cerca de la bandera para evitar los tres putts y los scores altos.
Y hablando del viento, es quizá el rival contra el que menos quieren pelear los jugadores. Como todo links, hay dos ventajas principales para la competitividad. Veamos.
1. La precisión. Es fundamental -más que en cualquier otra cancha- pegar desde el pasto corto. Hay muchos campos donde pegar desde el rough es permisivo, o incluso no perjudica tanto al jugador en función de las distancias o el tipo de golpe que estén acostumbrados a pegar. Bueno, este no es el caso. Las canchas del Open suelen tener roughs con pasto muy alto y que -a propósito- es dejado crecer naturalmente. Lo cual arroja lies muy complicados, donde sí o sí hay que jugar a buena y sacrificar un golpe (a veces más) para llegar al green.
Por lo tanto, es indispensable asegurar el buen destino del tiro de salida. Asimismo, corren con una ventaja los buenos y consistentes pegadores de hierros. Si el primer tiro es bueno, el segundo debe ser perfecto: para asegurar un score aceptable hay que acertar los greens. Cualquier tiro errado puede generar dolores de cabeza con el approach y la amenaza del bogey, por lo tanto, está latente.
2. La mentalidad: es fácil desanimarse cuando los birdies no llegan. En una cancha de Open, donde hacer pares es básicamente avanzar en el tablero, el jugador tiene que asimilar la idea de que no van a haber seguidillas de birdies como en otros torneos. Y ni hablar del hecho de poder hacer bogeys consecutivos. La constancia en esos casos es clave. Quien pueda aceptar el error será quien pueda avanzar más lejos. Hemos visto muchos jugadores desarmarse ante la adversidad (ha sido el caso de McIlroy en los últimos tiempos, o Tony Finau) y eso impide cerrar vueltas, torneos y hasta el año mismo de competencia.
Dicho lo cual, podemos definir algunos nombres que podrían prevalecer por sobre el resto y ponerse, por qué no, el mote de candidatos.
Uno de ellos es el campeón defensor, Shane Lowry. El irlandés, como se suele decir, «está ahí». Su juego corto es muy fuerte y conoce a la perfección cómo jugar este tipo de torneos. Más allá de la lógica motivación que tendrá al intentar revalidar el título.
Por otro lado, hay un lote de puristas con los hierros que hay que tener en cuenta. Por ejemplo Collin Morikawa, Louis Oosthuizen, Corey Conners.
Y por historia y herencia golfística, hay jugadores europeos a los cuales este torneo saca lo mejor de su golf: Tommy Fleetwood (al cierre de esta nota está tercero en el Scottish Open luego de 18 hoyos), Lee Westwood (un gran runner up en esta temporada), Matt Fitzpatrick, y por qué no ver otro renacimiento de Rory McIlroy, que pareció recuperar su golf en el Wells Fargo Championship pero necesita repetir victoria para consolidar su vuelta a los primeros planos.
En fin, será un major plagado de estrellas, una gran vuelta a tierras británicas después de más de 2 años sin golf allí. Y con el condimento de que volverá a estar en juego el Claret Jug para quien reúna todas las condiciones para ganarlo.
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Foto: UK’s Golf World