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Para 1967 Roberto De Vicenzo tenía 44 años y casi 30 como profesional. Era reconocido mundialmente por su potencia, habilidad y carisma. Un favorito del público, en cualquier cancha que pisaba.
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Su relación con el Open había comenzado en 1948, con un 3er puesto. Su consistencia como ball striker y la gran variedad de recursos lo convertían en un candidato perfecto para este tipo de trazados.
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Le gustaba prepararse en la costa, instalándose por un mes en los links de Miramar, emulando las condiciones a las que se enfrentaría en Gran Bretaña.
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Entre 1948 y 1956 Roberto terminó 6 veces Top 3 -ver foto 2-. Una barbaridad. Es por ello que en este lado del mundo era conocido como uno de los “nearly man” del Open (que le pasa cerca).
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Pero llegó la edición de 1967, y en Royal Liverpool, bajo un calor sofocante, se hizo justicia.
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Gary Player, Nicklaus, Peter Thomson y Kel Nagle llegaban como favoritos, pero el destino tenía una cita con Roberto. Hubo sufrimiento, por supuesto, sino no vale: el bogey al 15 preocupó a los fanáticos y revivió a algunos fantasmas del pasado.
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El torneo lo ganó en el ex par 5 del 16, con coraje, tirando con éxito en dos al green, por arriba de una zona de fuera de límites. Ese birdie le dio el colchón que necesitaba para disfrutar el 17 y 18, sacarse la boina, saludar e inmortalizarse.
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Hoy, 56 años después, se reúne en pasado, presente y el futuro del golf argentino 🇦🇷. Roberto, Emiliano y Mateo trascienden sus nombres propios, representan generaciones, y tienen en común una bandera que se enorgullece cada vez que clavan el tee en el hoyo uno de un Major.
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Mañana Holylake se vestirá de gala para el comienzo de una nueva historia real. Las gradas y los fairways estarán repletos de personas. Nosotros caminaremos los 18 hoyos junto a los nuestros, con el recuerdo de Roberto más vivo que nunca.
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Los esperamos a todos/as para vivir el Open juntos
