Mi mamá siempre lo dice: “vos eras fanático de Michelle Wie”.
Pasaron más de 18 años de un evento que quedará por siempre en la historia del PGA Tour. Una chica de 14 años, de Honolulu, Hawaii, debutaba en el PGA Tour, jugando de local en el Sony Open. Era muy alta para su edad, pegaba muy largo, embocaba y tenía una sonrisa que encandilaba.
Ya para ese momento había roto muchísimos récords…y tenía sólo 14. Había debutado en el LPGA con 12 años, y los especialistas la consideraban la elegida para revolucionar el mundo del golf femenino. Sería como Tiger, y ya se hablaba de que superaría a Annika.
En su debut en el PGA hizo 72 (+2) y 68 (-2). Aquella segunda ronda fue inolvidable para todos los que la vieron; son esos momentos únicos que marcan la historia de un evento para siempre. Michelle estaba afuera del corte por 4 golpes, pero metió 2 putts de arriba de 10 metros para levantar a toda la gente…Tenía que terminar con 3 birdies seguidos para pasar, y bajaba el 16, festejando con una risa tímida, y luego del par al 17 necesitaba águila al 18. Llegó en 2 muy cerca del green y el approach no quiso entrar, la dejó dada, hizo birdie y aunque quedó afuera por uno…desató un gran debate en el mundo del golf.
¿Una chica de 14 años compitiendo contra los mejores golfistas del mundo? ¿Encima dijo que su objetivo a largo plazo era competir con hombres y mujeres al mismo tiempo?
De golpe esa sonrisa tan inocente no caía tan bien, porque su potencial y su frescura atentaban contra el statu quo imperante. Por este motivo Michelle sufrió demasiado temprano en su carrera el asedio y la crueldad mediática. Querían sacarle frases polémicas a una niña de 14, 15 años que se estaba divirtiendo, y tenía un talento único…
En total disputó 8 torneos contra los hombres y pasó 1 corte (torneo del Asian Tour). El impacto mediático que generó Michelle fue enorme y muchas marcas como Nike se desesperaron por firmar con ella…y esto tampoco cayó bien.
Con 16 años se hizo profesional y firmó contratos por MUCHA plata. David Toms decía “Escuché que gana 10 millones por año…me gustaría ganar la mitad. Y yo gané un torneo”. Algunos medios eran más agresivos: “ella no merece la plata que está ganando ni la vida que tiene; nadie había ganado tanta plata jugando tan mal”.
Es verdad que Michelle no estaba jugando lo bien que se esperaba. Es verdad que sus contratos eran imponentes. Pero nadie los obligó a llamarla. Ella generó muchísima prensa y acuerdos comerciales para el LPGA Tour en esos años. Cada torneo que jugaba, aumentaba la audiencia, los sponsors querían estar y el ambiente del golf lo aprovechaba.
Se olvidaron que ella era una adolescente. No sólo la descuidaron los medios de comunicación, sino que las propias jugadoras del LPGA Tour le soltaron la mano. Cada decisión que tomó fue puesta bajo la lupa. “Tiene actitudes infantiles; cumplió 18 pero sigue siendo una nena; el talento que pensábamos que tenía…no está”.
Luego de unas temporadas inestables en el LPGA, Michelle decidió irse a estudiar a Stanford, mientras jugaba como profesional. Y sí, otras vez, fue sumamente criticada, incluso por Annika: “me parece gracioso que se vaya a estudiar, está en el pico de su carrera y debería jugar muchos torneos. Jugaba más con 15 años que ahora. Hubo un momento en que la LPGA la necesitaba, ahora es una más…”
Pero justamente eso buscaba Michelle Wie con su aventura universitaria. Ser una chica. Dejar por un rato de ser el fenómeno, el futuro del golf femenino, la jugadora que cambiaría el rumbo de la historia. En Stanford nadie la conocía y ella lo disfrutaba. Sin embargo, nunca dejó de soñar y luchar por sus objetivos deportivos.
Lamentablemente, su pelea fue demasiado difícil, mental y físicamente. El estigma permanente de “lo que podría haber sido”, sumado a lesiones graves en su muñeca, hicieron que la luz de esa chica hawaiiana sea cada vez más tenue. Ganó 5 torneos como profesional (entre el 2009 y el 2018), pero hubo uno muy especial…
En 2014, en Pinehurst No. 2, Michelle Wie ganó el US Open, anotándose en la historia grande del golf femenino. En medio de idas y vueltas por su muñeca, cumplió allí su tan anhelado objetivo de ganar un major, y encima el US Open.
Esta semana se juega el US Open a pocos minutos de allí, y Michelle anunció que dejará el golf profesional para dedicarse tiempo completo a su familia y otros proyectos personales. Su físico le dijo basta. Está casada y tiene una hija de 2 años. Además, dirige una empresa enfocada en mejorar los sponsorships para las deportistas de alto rendimiento.
“Cumplí mis 2 grandes sueños. Me gradué en Stanford y gané el US Open. Esos dos significan todo para mí. No me arrepiento de nada. Siento que nadie está completamente satisfecho con su carrera, tuve altos y bajos, pero estoy muy orgullosa de la resiliencia que demostré. Estoy en una etapa muy feliz de mi vida.”
Su historia tiene mucha tela para cortar. Muestra la crueldad y la poca contención que tuvo el ambiente del golf para tratar a una joven estrella. Nos dice que no siempre ser un prodigio es algo positivo…porque nunca hay garantía de nada.
Michelle Wie tiene tan sólo 32 años. Su odisea deportiva la hizo madurar, a los golpes. No tengo dudas que su proyecto tendrá éxito, porque su experiencia le aportará muchísimo valor a las más jóvenes. Ojalá que aparezcan muchas más como ella, y esta vez, sepan cuidarlas.
Por Tincho Consoli