Ancer busca ser profeta en su tierra

Abraham Ancer ya se hizo un nombre en el PGA TOUR. Con casi cinco temporadas completas, más siete Majors jugados y siendo parte fundamental del equipo Internacional de la Presidents Cup, una de las pocas cuentas pendientes que tiene el mexicano de 30 años es conseguir su primera victoria en el Tour.  

Y qué lugar sería mejor para levantar el trofeo que en la ciudad donde decidió instalarse a vivir desde hace varios años. Esta semana, Ancer jugará el Valero Texas Open, en el TPC San Antonio, a solo tres minutos de su hogar.  

Allí, en el diseño de Greg Norman practica cada vez que está en su casa y conoce cada rincón del par-72 mejor que la mayoría del field que estará esta semana en uno de los eventos con más historia en el PGA Tour. 

El Valero  Texas Open está a punto de cumplir sus 100 ediciones ya que se juega desde 1922 y es el sexto abierto de profesionales más antiguo del mundo, el tercero con más historia en el PGA TOUR y el que más año lleva jugándose en la misma ciudad.  

Y aquí en esta ciudad de más de un millón y medio de habitantes, con muchas raíces latinas, y sobre todo mexicanas, Ancer buscará conseguir su primera victoria. “Ganar siempre es mi meta, pero esta semana sería muy especial, sería muy divertido, ya que estarán mi familia y mis amigos y ojalá pueda darles una alegría de la que puedan sentirse orgulloso”, dijo Ancer quien debutó en este evento en 2016, donde superó por primera vez un corte, luego de fallar nueve en forma consecutiva en su temporada debut en el PGA TOUR.  

“La primera vez que jugué el Valero estaba nervioso porque estaba mi familia, por suerte superé el corte y fue uno de mis mejores torneos, me dio mucha confianza ya que venía de un año muy complicado. Desde allí siempre recuerdo este torneo como uno muy especial”, señaló Ancer.  

Luego de regresar el pasado viernes de Austin, sede del WGC Dell Technologies Match Play, con un gusto amargo ya que perdió el desempate de su grupo ante Kevin Streelman, Ancer quiere aprovechar el conocimiento acabado del campo.   

“Es un campo muy bueno, hay que pegar muy bien desde el tee y jugar muy bien el approach. Siento que se me acomoda bien a mi tipo de juego. Ahora está un poco más amigable que en los últimos años, es fundamental jugar desde el fairway y si llega a soplar (el viento) se puede complicar, más con greens elevados y bastante ondulados”, analizó Ancer.  

Pero Abraham sabe bien como jugarlo.  

Así lo hace cada mañana que sale a practicar cuando no está jugando en el Tour. Y San Antonio le permite tener ese nexo con su país natal que lo hace sentir cómodo y que lo lleva a tener una rutina que no abandona.  

“Cada día me tomo un café temprano, hago ejercicio antes de practicar porque después ya no tengo tantas ganas, realizo un poco de estiramiento y ahí ya estoy listo para ir a practicar. En el camino al club no puedo no comer unos tacos. Siempre paro en el mismo lugar y como tres diferentes, uno de barbacoa, otro de chorizo con aguacate y otro de jamón y huevo, siempre con salsa. Ahí ya estoy listo. Por suerte está mi amigo Bobby Díaz, que vive cerca y practicamos juntos y luego por la noche salen unas carnitas asadas”.  

“Debe ser por eso que no tengo las abdominales marcadas como Joaquín (Niemann), tengo que dejar de comer tortillas”, se ríe Abraham.  

Abraham conoce San Antonio desde su infancia. “Cuando tenía cuatro años ya veníamos con mi familia a Fiesta Texas (parque de diversiones) y siempre me gustó por eso cuando terminé la universidad, busqué un lugar con buenos campos de golf y cerca de mi familia. Además, me gusta la cultura y la comida que me hace recordar a mis raíces”.  

También aquí tiene su rancho donde es su lugar de escape de la ciudad. “En mi tiempo libre me despejo allí y la paso increíble con mis amigos o solo. Tengo animales y aprovecho para hacer todo menos jugar al golf”.  

Pero esta semana se trata de estar enfocado en su juego más que nunca para poder encontrar esa victoria tan anhelada y que desataría la fiesta entre su familia y amigos. Y además le daría como premio extra esas botas tan clásicas que se entregan al ganador que las luciría con orgullo en su rancho texano.  

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