Se acerca una nueva edición de la Ryder Cup en una sede muy esperada por todos: Whistling Straits. Una vez más asistimos a un torneo que fue postergado en 2020 por el Covid-19, y se hizo esperar bastante para los fanáticos. Ni hablar para los propios jugadores, que toman la competición como una causa nacional en el sentido más literal de la palabra.
Y justamente hablando de los jugadores, quizá sea el año donde más se preste atención a la convivencia de los mismos dentro de un mismo equipo. A los cinco clasificados por el ranking (Morikawa, Dustin Johnson, Bryson DeChambeau, Koepka, Justin Thomas y Cantlay) se suman los elegidos por el capitán Steve Stricker: Schauffele, Spieth, Finau, Harris English, Daniel Berger y Scottie Scheffler.
Una especie de dream team que incluye no sólo a jugadores top del ranking mundial, sino a múltiples campeones recientes en el Tour (Cantlay, por caso, campeón de la Fedex y candidato a jugador del año en el PGA Tour), y un medallista olímpico como Schauffele. Todo esto combinado con el show mediático que dieron Brooks Koepka y Bryson DeChambeau, puede llegar a generar un cóctel explosivo, en donde deberá verse la mano del capitán para moderar los egos y sacar lo mejor de cada uno de sus players.
Quizá lo más visible sea la mencionada telenovela que Brooks y Bryson vienen protagonizando a lo largo del año. Desde aquella famosa nota en Kiawah que se hizo viral (Koepka fastidiado por su compatriota pasando detrás de cámara) el pseudo conflicto fue escalando a niveles cada vez más insólitos, como por ejemplo cuando Koepka ofreció cerveza gratis a quien le gritara su nombre a DeChambeau cada vez que pegase un golpe en un tee de salida. Y decimos “pseudo conflicto” porque el mismo Koepka llegó a admitir que el rating que consiguieron beneficiaba al golf en general, le daba más razones a la gente para mirar los torneos y descontracturaba un poco el mito de la frialdad de los golfistas. Nada de ello, obviamente, le escapó al morbo más grande de todos: saber que compartirían equipo en la Ryder meses más tarde.
Si bien muchos se encargaron (sobre todo Stricker) de bajarle el tono a la cuestión y a decir que los jugadores “se olvidan de todo” al momento de jugar y representar a su país, es bien sabido que ni en el más remoto de los casos el capitán podría ponerlos juntos en un match. La soberbia y el ego son dos condimentos que no maridan con el juego en equipo, y el hecho de que los dos estén pensando en el rating más que en el partido mismo, perjudica directamente los intereses del team americano, que saldrá a la cancha a tratar de recuperar la copa perdida en 2018.
En cuanto al resto de los jugadores, si bien algunos tienen más afinidad entre sí, no debieran presentar un problema para la delegación. La llamativa pero al mismo tiempo lógica ausencia de Patrick Reed (recientemente recuperado de una grave neumonía bilateral) deja al equipo sin un batallador clave en este tipo de competencias, pero también lo libera de una fuerte carga de polémicas que siempre giran en torno a quien fue campeón del Masters en 2018.
El balance llega cuando se sopesan el nivel golfístico superlativo de la gran mayoría de los integrantes del equipo (Cantlay, JT, Finau) con el carácter y mentalidad de la otra parte (Dustin Johnson, English, Koepka). Es verdad que a lo largo de la temporada ninguno de ellos estuvo exento de altibajos, pero ello no debiera resultar en un déficit para el potencial del team en general.
A los jugadores les gusta jugar, a veces incluso sin importar con quién comparten el twosome. No miran para el costado a ver si el compañero le pego mal, simplemente quieren llegar al hoyo y hacer birdies. Pero asimismo la presión de volver a llevarse el trofeo a casa necesariamente implique también dejar de lado cualquier diferencia que exista entre ellos y por sobre todas las cosas, resignar protagonismo para lograr una homogeneidad que a priori muchos no pronostican.
A Stricker no le tembló el pulso, como decíamos, para dejar afuera a Reed. Si bien él mismo comentó que fue una decisión sumamente complicada, puede sentar un precedente a la hora de ver cómo manejará a sus players en caso de que existan inconvenientes en la convivencia.
De todo esto y mucho más (sobre todo lo golfístico) dependerá que Estados Unidos pueda levantar nuevamente la copa de Samuel Ryder.
Capítulos no escritos aún que sin duda disfrutaremos en menos de dos semanas.