East Lake: mucho más que 15 millones

Hace varios años, más precisamente desde 2004, East Lake Golf Club es la sede del Tour Championhsip, y por ende, sinónimo del cierre de la temporada del PGA Tour. Es uno de los pocos campos que año a año reciben de forma fija al mismo torneo, situación que comparte por ejemplo con Riviera, Augusta National, Bay Hill, entre otros.

Pero si vamos un poco más allá, descubriremos que es mucho más que un marco imponente para el “playoff finale”. A finales del siglo 19, en las afueras de Atlanta, un grupo de 65 golfistas aficionados fundó el Atlanta Athletic Club, la piedra fundamental de lo que hoy es este gran complejo. El campo original fue creado en 1908 y diseñado en su totalidad por el arquitecto Tom Bendelow, quien lo pensó e ideó en torno al propio East Lake; el terreno era una mezcla de bosque con arroyos y pequeños ojos de agua y en su momento fue un pequeño parque de diversiones.

En 1913 tendría su primer gran resideño: Donald Ross perfeccionó el trazado original para concluir una cancha muy aceptable de 9 hoyos que desembocaba en el edificio del clubhouse. Años después, el mismo Ross idearía la cancha N° 2, una suerte de hermana menor que luego completaría el esquema para que el campo cuente con un recorrido de 18 hoyos.

Fue cuna del gran Bobby Jones, quien allí ganó en 1930 para completar el primer “Grand Slam”, habiendo obtenido en una misma temporada el US Amateur, el US Open, el British Amateur y el British Open (recordemos que en ese entonces aún no se jugaba el Masters). En 1950, el club fue sede de la edición aniversario del Woman’s Amateur Golf Championship, marcando el debut de un torneo USGA en la ciudad de Atlanta.

Luego de ser sede de la copa Ryder en 1963, la zona suburbana de Atlanta donde el club está emplazado empezó a tornarse peligrosa, al compás de los tiempos de crisis que vivía Estados Unidos. Hechos de inseguridad y terrenos invadidos pusieron en peligro el club, que fue salvado por un grupo de 25 socios; lo compraron entre todos y en 1968 fundaron East Lake Country Club, tal como se lo conoce hoy.

En la década del 70, los servicios sociales del estado de Georgia construyeron una serie de viviendas para personas en situación de calle en las afueras del complejo, alojando además un centro de adicciones y recuperación, pero además atrayendo a la clase baja. Para mediados de los 80, el club era sinónimo de una zona peligrosa y sumamente evitable.

Como “último intento” para recuperar el brillo original del lugar, una fundación de caridad recompró el club a los socios y en homenaje a Bobby Jones, a fin de que el lugar no cayera en una decadencia aún mayor. Se hizo un trabajo social increíble, reubicando a familias enteras que vivían en condiciones preocupantes y dando trabajo a aquellos que frecuentaban la vida de calle. Se transformó por completo no solo los alrededores sino el complejo en sí.

De la mano de esta renovación llegó el último resideño integral de la cancha, a cargo de Rees Jones, quien restituyó gran parte del plan original de Donald Ross y que redunda en los 18 hoyos que hoy conocemos. Se restauraron todas las facilidades en los accesos y el clubhouse, un edificio victoriano imponente que le da un marco señorial al green del 18.

Desde 2005, entonces, es sede de la cita final del Tour para cada temporada. Un complicado par 70 que exige precisión, consistencia y fineza en el approach y putt. Acertar fairways es imprescindible a fin de evitar scores irremontables. En un formato como el actual -discutido, por cierto- donde los jugadores salen con sistema de “hándicap por puntos Fedex”, veremos seguramente una combinación de juego conservador y toma de riesgos. Justamente, el diseño de la cancha permite jugar al “risk reward”, sobre todo en los dos pares 5. Muchas veces, por ejemplo, el hoyo 14 (un monstruoso par 4 que puede medir 550 yardas dependiendo el tee y la ubicación de la bandera) juega más largo que el par 5 del hoyo 6 (496 yardas).

Sin duda alguna, una cancha que tranquilamente podría ser sede de un PGA Championship o un US Open, con muchísima historia y -a juicio de quien escribe- bastante subvalorada, ya que la atención de los fans y del mundo del golf en general está puesta en los premios y los millones que se lleva el ganador (15, para ser exactos). El último gran capítulo de las tantas historias que hay en East Lake lo escribió Tiger Woods en 2018, cuando se consagró campeón del Tour Championship luego de varios años sin victorias. La imagen de la muchedumbre siguiéndolo en el hoyo 18 junto a Rory McIlroy, testigo privilegiado de la hazaña, es imborrable para los amantes de este deporte.

Este fin de semana será nuevamente el hogar que consagrará al campeón de la temporada, donde Dustin Johnson tendrá una tarea difícil para revalidar el título, pero sabiendo que cualquiera puede ganar si tiene un campeonato inspirado.

Lo vas a seguir, como siempre, en No Está Dada.

Manuel Huergo para No Está Dada.

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